domingo, 21 de octubre de 2012

viernes, 18 de mayo de 2012

Qué sabemos realmente?

Últimamente se escucha hablar que se nos viene un terremoto, que tal pulserita biomagnética aumenta el rendimiento físico, que en tal casa penan, y un largo etcétera. Todo eso se cuenta con una certeza y seguridad orgullosa; mostrando el infantil "yo sé algo que tú no".  Pero si uno pregunta por qué creen eso que afirman, o si tienen algún fundamento o prueba, uno es atacado por "incrédulo" o por "escéptico". " Es que no crees en nada?" me suelen decir más de una vez.

¿Y es tan malo ser incrédulo?  La gente suele mentir.  Las estafas están a la orden del día.  Y es humano equivocarse.  Entonces ¿por qué no ser precavido y examinar si aquello que se afirma tan rotundamente es realmente cierto? ¿Por qué no tener esa duda sana que no nos priva de nada, salvo la falsedad?

Qué deberíamos tomar por verdad?  Algo verdadero será aquello que corresponde con la realidad.  Una mentira, por muy piadosa o bien intencionada que sea, no nos aporta conocimento del mundo.  Si tú estás enfermo, qué medicina prefieres tomar?  Aquella que es medicina solo de nombre, o aquella que ya ha curado a varias personas antes de tí?
Cualquiera puede envasar agua y llamarlo "poción contra el resfrío". Pero cuando un laboratorio inventa un remedio, lo prueba en varias personas y toma estadísticas de efectividad.  Normalmente a algunos pacientes se les da un placebo y a otros la pastilla real, de modo de comparar contra la efectividad de tomar algo inerte (efecto placebo).

Qué es verdad?  Aquello que nos permite realizar realizar predicciones sobre hechos del mundo.  Una vacuna administrada en la infancia permite prever que el niño no contraerá polio con una gran efectividad.  Por otro lado una psíquica lanza una predicción tan vaga que puede calzar con casi cualquier hecho después, y por lo tanto nadie puede hacer nada útil con este supuesto conocimiento.
Si uno exige que algo esté avalado por un estudio, no es por ser mala persona, sino por todo lo contario.

Una verdad debería ser capaz de resistir la duda, la crítica, y el escrutinio. Una verdad que no esté avalada por la experiencia, no es aún una verdad.